Luego de 500 años es posible afirmar con certeza que los guaiqueríes aún existen en Venezuela y han sobrevivido como pueblo originario de América conservando casi intacta su identidad cultural.
Memoria histórica de los resguardos guaiqueríes recoge el
pasado y el presente de los cinco resguardos (llamadas así a las tierras
comunitarias donde residían colectivamente grupos de familias indígenas)
fundados en el estado Nueva Esparta a principios de la Colonia. En 1904, la
mayoría de esos territorios fueron repartidos entre sus dueños y adjudicados
como dominio privado (con títulos de propiedad), manteniendo en la actualidad
diversos litigios legales por recuperar sus tierras, las cuales han sido
invadidas por sectores económicos.
La obra, editada por el Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas (Ivic) a través de Ediciones Ivic, relata el origen
de los asentamientos guaiqueríes de El Manzanillo, El Tirano, Valle de Pedro
González, Los Cerritos y El Poblado, “que prácticamente representan en conjunto
al único pueblo indígena sobreviviente del nororiente venezolano que resistió
al choque europeo, sobrevivió tres siglos de dominación española, y luego
mantuvo su sistema comunal de tenencia de la tierra hasta mediados del siglo
XX”.
Así lo explicaron los autores del libro Cecilia Ayala
Lafée-Wilbert, de la Fundación La Salle de Ciencias Naturales; y Werner
Wilbert, del Ivic). El texto precisó la revisión de las viejas crónicas de
Indias vinculadas a las islas neoespartanas, fuentes contemporáneas de
historiografía y antropología sobre propiedad y tenencia de tierras aborígenes;
así como investigación de campo en el Registro Principal del estado Nueva
Esparta y entrevistas personales con numerosos miembros de las comunidades
guaiqueríes.
Sus tierras
De acuerdo con Ayala, la lucha por proteger sus tierras es
una de las razones por las cuales los guaiqueríes, con el transcurrir del tiempo,
han preservado su identidad étnica. “Fue muy difícil sacarlos de sus enclaves
originales; de hecho, se integraron con el español, al punto de que el español
necesitó de ellos para sobrevirir en todos los aspectos de la vida cotidiana”,
dijo.
A diferencia de otras etnias, los guaiqueríes optaron por la
negociación como vía para subsistir. “No hubo, como en los llanos venezolanos,
confrontaciones bélicas para mantenerse juntos; ellos se insertaron y empezaron
a proveer los servicios que el español necesitaba. En lugar de considerarse
inferiores al español, lo tomaron como socio. Militarmente, la diferencia
bélica entre el español y el indígena era el caballo y la pólvora”, explicó
Wilbert.
El libro se divide en seis capítulos, empezando con los
asentamientos guaiqueríes durante el período prehispánico; pasando por la época
de la conquista y colonización española, el período republicano (que incluye la
promulgación de la Constitución Federal de los Estados Unidos de Venezuela en
1911 y la sucesiva partición de los resguardos) y las prioridades presentes.
La obra también reserva un apartado para la discusión, en el
cual se pone de relieve el legado de los guaiqueríes, así como su capacidad y
habilidad para aceptar condiciones y rechazar imposiciones, a pesar de que la
actividad agrícola que desarrollan en la zona ha disminuido considerablemente
desde el año 1975, cuando la Isla de Margarita fue declarada Puerto Libre.
Realidad Moderna
De los cinco resguardos guaiqueríes, solo uno (el de El
Poblado de Porlamar), resistió como ente legal bajo la figura jurídica de
Comunidad Indígena “Francisco Fajardo”, inscrita en la Oficina de Registro
Público del Distrito Mariño del estado Nueva Esparta en 1949. En la actualidad,
su censo electoral da cuenta de 1.500 miembros en edad de votar.
El caso de El Poblado “constituye antecedentes de valor
jurídico preponderante, por medio de la cual se certifica la preexistencia
legítima de propiedad absoluta a su favor, ya que estaría sustentada en la
posesión continua, secular y sin interrupción, ejercida sobre una superficie
territorial habitada por una comunidad humana originaria arraigada en esa área
antes del siglo XV y durante tres períodos históricos diferentes entre sí: el
prehispánico, el colonial y el republicano”.
Entre los resultados interesantes del Censo Nacional 2001
encontramos que 3.335 personas se
declararon indígenas en el estado Nueva Esparta, 2.767 de ellos, habitantes del Municipio
Mariño se reconocieron como
pertenecientes al Pueblo indígena Waikeri, también conocido como Guaiquerí.
Esta declaración fue posible gracias a que la planilla
censal que se aplicó a toda la población en el territorio nacional incluyó 2 preguntas que le permitieron a los
ciudadanos su auto-reconocimiento
étnico. Esta posibilidad no existió en censos nacionales anteriores, en los que
solo se indagó la presencia de población indígena en entidades en las que estos
Pueblos eran absolutamente visibles.
La referencia al pueblo Waikeri había sido hasta entonces
tema para la etno- historia; ahora bien, ¿cómo interpretar la aparición de este numeroso grupo de
personas que en la actualidad han manifestado de forma voluntaria su pertenencia a este Pueblo
indígena considerado extinto?
En las últimas décadas se aprecia en el país un
proceso de revitalización étnica que se expresa en las declaraciones de
auto-reconocimiento de Chaimas en el
estado Monagas, Píritu en las localidades de Píritu y Puerto Píritu en el
estado Anzoátegui, Cumanagotos en los estados Sucre y Anzoátegui y Waikeríes en
la isla de Margarita.
En su tercer viaje descubrió a la Isla de Margarita, llamada en ese entonces por los indígenas Paraguachoa
Escultura de un Cacique Guayqueri (Waikeri), ubicado en Porlamar
Algunos aborígenes en la actualidad